Love by affinity- TheInkwell Creative Nonfiction Prompt #50

Love by affinity

One morning I was working at the República Argentina school in Cumaná (Venezuela). Standing at the end of one of its corridors, I saw in the distance a lady calling me, waving her hand.

My heart skipped a beat and my countenance paled. I thought she was an Education Zone supervisor, and at that moment I was not inside my workplace. As I approached this lady, I felt my heart was going to stop beating. It returned to its normal state when she held out her hand to me and said:

" My name is Maria de Ramos."

. At that moment, I felt an empathy in my heart towards this lady. I smiled and did the same:

" My name is Ramona Salmerón."

From that moment on we became good friends, she lives in a nice house, in Parcel Maintop Miranda, an upper middle class urbanization, she always invites me on weekends, to have lunch at her house, in the company of her youngest daughter, María Inés. Her husband, Miguel Ramos, and herself. Both were retired from their teaching positions.

Mrs. Maria was going to school to sell gold garments. One weekend I went to her house. She took out a velvet cloth folded like a purse, when she opened it there were several gold chains fastened with pins, to wear around her neck. She also had sets of earrings, earrings and bracelets with sparkling diamonds, garnets and rubies.

When I saw these garments, my eyes opened wide, I had never seen so many garments with that kind of rhinestone. I couldn't get over my astonishment, then she folded them and said:

"Here, take them, so you can help me sell them."

I took them with my trembling hands as in times of hurricanes, my heart was beating fast like the hands of the second hand of the clock and my face paled.

This lady with a smile, mischievous on her face, said to me:

"Don't be afraid I have placed all my trust in you, since I first observed you, I knew you are an honest and responsible woman".

She explained to me how the business was, because at that time I had no experience, besides, she would pay me a percentage for the sales I made. In a short time I learned. And I was able to expand my clientele to other schools.

From the moment God put that lady in my path, I realized that she had a heart of gold. By placing all her trust in me by giving me that business, without me having contributed anything, thanks to her good heart I was able to increase my income and venture into another branch of sales, since soon after I began to travel to another state to buy clothes to sell, with the sale of clothes and garments I did very well.

In spite of not having any blood relationship with me, she told me that she loved me like a daughter. She has always been so fond of me. In reciprocity, I taught my children to call her grandmother Maria and to love her as a second grandmother.

My son who emigrated a Brazil, whenever he communicates with me by video call, he always asks me about Grandma Maria and says:

"Tell her that I always carry her in my heart, that despite the distance, I love her".

As time went by, Mrs. Maria grew older, and her hair turned snow-white. Between the two of them there remains a friendship that more than that is a familiarity. In my heart, there is a space where I keep her. Because I love her like a mother.

We no longer visit each other as we used to, but when I do. While we enjoy a cup of coffee, we talk and remember anecdotes from when we were young.

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Amor por afinidad

Una mañana me encontraba trabajando en la escuela República Argentina, ubicada en Cumaná (Venezuela). Estando parada al final de uno de sus pasillos, observé a lo lejos a una señora que me llamaba agitando su mano.

Mi corazón latió aceleradamente, mi rostro palideció, pensé que era una supervisora de la zona Educativa y en ese momento me encontraba fuera de mi área de trabajo. En la medida que me acercaba a esa señora, sentía que mi corazón se me iba a paralizar de tanto latir. Este volvió a su estado normal cuando ella me extendió su mano y me dijo:

“Me llamo María de Ramos”

En ese momento sentí una empatía en mi corazón hacia esa señora. Sonreí y de igual forma hice lo mismo:

“Me llamo Ramona Salmerón”

A partir de ese momento Hicimos una buena amistad, ella vive en una linda casa, en el Parcelamiento Miranda, Urbanización de clase media alta, siempre me invita los fines de semana, para almorzar en su casa, en compañía de su hija menor, María Inés. Su marido, Miguel Ramos y ella. Ambos estaban jubilados de sus cargos de docentes.

La señora María iba a la escuela a vender prendas de oro. Un fin de semana que fui a su casa. Sacó un paño de terciopelo doblado tipo monedero, cuando lo abrió en ella había sostenidas por alfileres varias cadenas de oro, para lucir en el cuello. De igual forma Juegos de aretes, zarcillos y brazaletes con pedrerías de brillantes, granates y Rubís.

Cuando vi esas prendas, los ojos se me desorbitaron, antes no había visto tantas prendas con esa pedrería. No salía de mi asombro, luego la dobló y me dijo:

“Toma, llévatela para que me ayudes a venderlas”

Las tomé con mis manos temblorosas como en tiempos huracanados. Mi corazón latió aceleradamente como las manecillas del segundero del reloj y mi rostro palideció.

Esta señora, con una sonrisa, picarona en su rostro, me dijo:

“No te asustes, deposité toda mi confianza en ti, desde que te observé por primera vez, supe que eres una mujer honesta y responsable”.

Ella me explicó cómo era el negocio, porque para ese momento, no tenía experiencia, además me pagaría un porcentaje por las ventas que yo hiciera. En poco tiempo aprendí. Y logré expandir mi clientela hasta otras escuelas.

Desde el momento que Dios me puso a esa señora en mi camino, me di cuenta, que tenía un corazón de oro. Al depositar toda su confianza en mí al darme ese negocio, sin yo haber aportado nada, gracias a su buen corazón pude aumentar mis ingresos e incursionar más adelante en otro ramo de las ventas, Ya que al poco tiempo comencé a viajar a otro estado a comprar ropa para vender, con la venta de las ropas y la de las prendas me fue muy bien.

A pesar de ella no tener ningún nexo consanguíneo conmigo, me manifestó, que me quería como a una hija. Es tanto el aprecio que siempre me ha tenido. Que en reciprocidad enseñé a mis hijos a que la llamaran abuela María y que la quisieran como una segunda abuela.

Mi hijo que emigró a Brasil, siempre que se comunica conmigo por videos llamadas, me pregunta por la abuela María y me dice:

“Dile que siempre la llevo en mi corazón, que a pesar de la distancia, la amo”.

Con el transcurrir de los años la señora María fue envejeciendo, su cabellera se fue poniendo blanca como la nieve. Entre las dos siempre se ha mantenido una amistad que, más que eso, es una familiaridad. En mi corazón hay un espacio donde la albergo. Ya que la quiero como a una madre.

Ya no nos visitamos como antes, pero cuando lo hago. Mientras disfrutamos un cafecito, conversamos y recordamos anécdotas de cuando estábamos jóvenes.