Nueve de la mañana, a esa hora de la mañana de un día cualquiera me hallaba yo sentada a la orilla de la playa del Pueblo del Supi en ese momento tuve la fortuna de contemplar a un grupo de pescadores que llegaban en sus lanchas cargados de pescado.

A simple viste se podía notar que la pesca había sido todo un éxito, pues los hombres hacían un gran esfuerzo por arrastrar sus barcazas hasta la orilla, pues se encontraban muy pesadas era evidente de que la jornada había sido productiva.

Las redes estaban colmadas de miles y miles de peces de diferentes tamaños, cuanta abundancia tiene nuestros mares pensé mientras observaba a los pescadores rasgar las mallas con sus cuchillos, todas las lanchas se hallaban repletas, en los rostros de los hombres se notaba la felicidad, su sacrificio fue recompensado una vez más.

La estampa que pude apreciar en ese instante era hermosa, los pescadores descargando la pesca, los niños que corrían hasta los botes para ayudar a sus padres o a sus hermanos, escuchaba las risas y las bromas que se gastaban entre ellos, entretanto bandadas de gaviotas buscaban la manera de acercarse para tomar los desechos que iban tiraron a la arena.

A pesar del ajetreo se apreciaba una cierta apacibilidad difícil de describir, nada era hecho con apuro o con presión, los pescadores sabían llevar su ritmo no necesitaban órdenes de nadie, ya que su conocimiento es consecuencia de una sabiduría ancestral que se ha transmitido de generación a generación. Al ver la labor de estas personas de inmediato me asalto un sentimiento de gratitud, puesto que arriesgan sus vidas a diario para traernos los frutos del mar a nuestra mesa de la misma.

Hasta aquí llego mi relato con el cual participo en el concurso semanal de Observa Piensa Escribe de la comunidad de @topfamily el cual es organizado por @lanzjoseg

Gracias por la visita